"Oigo el mugido de las olas que se entrelazan hasta la orilla. Oigo las olas. Expirar, expirar, expirar, expirar, expirar. Expirar hasta el orgasmo que no llegará nunca. Qué bueno es estar aquí. Oír el mar sublevarse a la ira, loco de deseo. Imaginar que es el sexo del mundo vuelto al cielo. Y luego, ir a sumergirse en sus profundidades, perderse en él, hundirse más lejos todavía.. donde nadie supo nunca ir. Descender, descender, descender. Y después, justo antes de ahogarse, remontar maravillado hacia la superficie y más lejos aún: hacia el cielo, hacia la otra profundidad. Esa misma que es infinita. Ser entonces hendido por el sol, y luchar contra el viento. Y elevarse con las olas. Y correr sobre las olas. Para ir a derrumbarse, dormirse y morir, agotado de amor."